Ir al contenido principal

Las mujeres que somos “demasiado libres”





Que complicado se vuelve a veces ver el mundo de frente cuando ser tu resulta incomodo a tu alrededor. Y que la libertad sea sinónimo de libertinaje o una viva imagen de lo que “no es correcto”

Es como si las mujeres no tuviéramos derecho a ser quienes somos y tengamos que cumplir con lo que la sociedad nos ha impuesto. Como si avanzaras un escalón con mucho esfuerzo y todos alrededor se están preguntando por que solo avanzaste uno ¿Por qué no más? 
Lo he visto todo el tiempo con mis amigas que tienen pareja o las que ya se casaron.
Si tienen pareja ¿para cuándo la boda?, si ya se casaron ¿para cuándo el bebé? Y si ya tuvieron un bebé ¿para cuándo el segundo?
¡Carajo! ¿Por qué es necesario hacer esos comentarios? Tal vez no quieren hijos, tal vez prefieren gastar ese dinero en un viaje a Europa, o en remodelar su casa o en lo que ellos decidan. No hay realmente un camino correcto. Simplemente cada quien vive a su ritmo.
Y esa es la parte más difícil de entender hoy en día. Que las mujeres hemos cambiado y que realmente ya cada quien ha elegido su camino.

Unos años atrás me dijeron que yo era una mujer “demasiado libre”, como si fuera un defecto; y el problema nunca fue ser libre, el problema era estar rodeada de personas a las que les amarraron las alas incluso antes de empezar a usarlas.
Mis padres desde muy pequeña me enseñaron a soñar, a buscar mi lugar y, sobre todo, me dieron unas alas grandes, hermosas y fuertes. Esas mismas alas que tuve que guardar para ser “quien debía ser”
Ya saben, eso que el mundo machista, religioso y a veces demasiado cerrado que nos rodea nos indica que es correcto a sus ojos.
Incluso a veces tu propia familia te pone limitantes y se asusta de la libertad con la que vives.
Hacer lo correcto era: estudiar la carrera, ser buena hija, no salir de casa hasta que me casara, tener un buen trabajo, una familia con dos hijos y un perro. Y de verdad quería hacerlo, aunque mis pies nunca terminaran de tocar la tierra por que mis alas me exigían el vuelo, me aferre a hacer lo correcto, porque era lo que estaba bien, era lo que las personas querían de mí y yo como mujer complaciente que soy, buscaba dárselos.

Lo cierto es que en algún punto de mi vida cambié mi sueño de niña por esa idealización que tenia de “vida resuelta” y renunciar a mis sueños fue lo más difícil que hice. Y aun así me aferre a que iba a ser más feliz con una familia, en un rancho, con dos hijos. Pero Dios de alguna manera movió sus hilos y me saco de ese camino de una manera abrupta, me dejo curar las heridas de mis alas rotas. Rotas por querer que alguien más volara conmigo, cuando siempre le tuvo miedo a las alturas, rotas de no cumplir con las expectativas de mi familia, rotas de ver como deje de encajar con mi circulo cercano, rotas como el corazón partido que duro 3 años en volverse indestructible.

Que si yo no idealizo una boda, o una familia y quiero vivir lejos, no para encontrar mi camino, si no para construirlo desde cero.
Porque lo cierto es, que tu familia y tus amigos a veces no se dan cuenta del daño psicológico que te pueden causar.
Porque mi tía insistía en que si no me apuraba me iba a quedar sola, porque mis amigas se estaban casando y teniendo hijos. Que yo ya iba a los 30 y nada. Que mis primas ya tenían una familia y que yo iba a ser una “solterona” y a veces parece increíble que aun en la actualidad existieran esos comentarios. Que desacreditaran mi estilo de vida porque yo no tenía pareja o hijos ¿Cómo es posible que solo teniendo hijos o estando con pareja pueda ser una mujer completa? ¿Qué era entonces? ¿será que de verdad necesitaba un esposo para sentirme completa?
Entonces pensaba una y otra vez en esas preguntas; me cuestionaba si no había sido suficiente terminar una carrera, titularme, comenzar una maestría, tener un buen trabajo, haber publicado un libro, entonces a pesar de eso ¿aun necesitaba un esposo? ¿Por qué? Y sobre todo ¿para qué?
Y no me mal entiendan, adoro ver a mis amigos formar su vida, sus familias y me encanta ir a las bodas a verles la carita llena de amor y felicidad a los novios. Esa es la vida que eligieron y es lo que los hace felices. También adoro jugar con sus hijos e hijas y que me llamen tía, es una sensación hermosa. Es la familia que yo adopté, pero ¿Por qué yo tendría que elegir el mismo camino?
Entonces ¿de que servían mis alas? Si por usarlas iba a ser juzgada como una mujer incompleta, o aún peor, una mujer “demasiado libre” si es que eso existe, si es que en realidad tiene sentido ponerle un límite a la libertad de tus decisiones.
“No tienes material de esposa” me dijeron hace años y honestamente que bueno que no lo tengo, que bueno que no soy sumisa, que bueno que mis papas me educaron con las herramientas necesarias para hacerle frente a todo lo que la vida me vaya presentando. Porque soy mujer y no por eso tengo que ser mamá, o esposa o novia. 
Soy una mujer que sueña, que crea, que cumple y que ama incondicionalmente a su familia, a sus amigos, a ciertos lugares y a sus dos perros. Y soy una mujer completa, sin importar quien está a mi lado.
Y tal vez el amor de mi vida no es una persona; tal vez es el siguiente libro que voy a escribir, tal vez es una ciudad o tal vez ya tengo al amor de mi vida, pero en amigos. No digo que jamás me vaya a casar, pero como dijo mi princesa favorita Jasmine: si me caso, quiero que sea por amor.
Y por amor genuino, no amor urgente de ese para no quedarte sola, un amor que no me amarre las alas, que las cuide, las quiera y esté dispuesto a volar conmigo, un amor que no sea ancla, ese amor que no se asusta con tu libertad, si no que la alimenta.
Y si no encuentro a nadie compatible con eso, me prometí a mí misma nunca volver a guardar mis alas para encajar en una sociedad que se asusta con el vuelo, con la libertad, con la alegría. No pienso buscar encajar en una sociedad que me señala por ser libre. Quiero ser libre y que se note, quiero seguir escuchando el “por fin” de mis amigos cuando me vieron perseguir mis sueños, cuando me vieron de nuevo feliz y completa. Quiero seguir sintiendo el apoyo de mi familia cuando tomo decisiones arriesgadas. Quiero seguir teniendo mi red de apoyo a pesar de haber volado lejos, quiero que nunca ninguna mujer sienta eso que yo sentí hace años de no ser suficiente, solo por pensar, sentir y ver la vida diferente. Quiero que las hijas de mis amigas y amigos crezcan con la seguridad de que siempre serán suficientes y quiero que mis sobrinos y los hijos de mis amigos y amigas sean un lugar seguro y un apoyo bueno para todas las mujeres que lleguen a su vida en forma amistosa o romántica. Deseo de todo corazón que las generaciones siguientes defiendan su esencia sin importar lo que digan alrededor, que siempre sepan que ser libres es una opción y jamás un defecto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya no me reconozco

Es un título fuerte el que elegí para esta entrada, pero es un título sincero y transparente. Hace unos días encontré entre mis archivos una versión mía que no reconozco (y no hablo de fotografías) hablo de mi idioma, que son las letras, un escrito que me dijo más de mi misma que cualquier recuerdo. Escribía con una inocencia y una transparencia que casi no puedo creer que era yo y que sentía tanto para desbordarlo de esa forma en un escrito. Entre esos escritos encontré específicamente uno donde hablaba de mi verano en Nueva York y de lo mucho que me dolía tener que regresar y dejar mi sueño atrás, pero en ese momento creía que existía un nuevo sueño más importante, más fuerte, más poderoso. Esa Alicia apostaba todo por amor, esa Alicia ya no existe. Y me di cuenta por que no me pude reconocer y me juzgué tanto por haber tomado esa decisión que, aunque lo dije en varias ocasiones, hoy lo confirmo. Hoy estoy en Nueva York por que se lo debía a esa Alicia del 2015, a esa Alicia que no s...

Con todo el amor del mundo

¿Me extrañaron? La verdad es que tengo meses con una montaña rusa de sentimientos que ni las letras han logrado traducir (y eso, para mí, es decir mucho). Pero aquí estoy, de vuelta, de nuevo, dispuesta a volver a mi centro, a traducirme en literatura, como antes, como siempre. Hace casi medio año mi hermano sufrió un derrame cerebral que puso en pausa mi vida de mil maneras, que me hizo darme cuenta de un montón de cosas que siempre di por sentado, y a lo largo de estos últimos meses mi familia ha sufrido crisis que creo que a todos nos agarraron en curva y justo hoy que mi hermano tuvo la última cirugía me doy cuenta de muchísimas cosas que me invadían en ese momento y no lograba entender, hasta hoy, que lo veo desde lejos y con otra perspectiva; desde lejos y en cámara lenta, como mi mente fotográfica recuerda y revive una y otra vez involuntariamente. Y creo, que, si al menos una persona esta leyendo esto y puedo ayudarles a parar por un momento, y disfrutar lo que tienen alrededor...