Es un título fuerte el que elegí para esta entrada, pero es un título sincero y transparente.
Hace unos días encontré entre mis archivos una versión mía que no reconozco (y no hablo de fotografías) hablo de mi idioma, que son las letras, un escrito que me dijo más de mi misma que cualquier recuerdo.
Escribía con una inocencia y una transparencia que casi no puedo creer que era yo y que sentía tanto para desbordarlo de esa forma en un escrito. Entre esos escritos encontré específicamente uno donde hablaba de mi verano en Nueva York y de lo mucho que me dolía tener que regresar y dejar mi sueño atrás, pero en ese momento creía que existía un nuevo sueño más importante, más fuerte, más poderoso. Esa Alicia apostaba todo por amor, esa Alicia ya no existe.
Y me di cuenta por que no me pude reconocer y me juzgué tanto por haber tomado esa decisión que, aunque lo dije en varias ocasiones, hoy lo confirmo. Hoy estoy en Nueva York por que se lo debía a esa Alicia del 2015, a esa Alicia que no se quedó, que se despidió de esta ciudad estación por estación y lloro al ver el skyline desde la ventana del avión.
Estoy aquí porque una parte de mi sigue buscando recuperar a esa Alicia, como si se hubiera perdido en algún lado, como si hubiera perseguido a un conejo blanco y desapareciera. O ¿tal vez eso paso? Esa versión mía fue tras un sueño que jamás tuvo en mente por curiosidad y en ese camino simplemente se perdió. Y aquí estoy yo, de vuelta al principio, tratando de buscarla en donde creo que la deje.
Pero lo cierto es ¿Por qué quiero recuperar una versión mía tan débil? ¿Por qué no me conformo con la valentía de lo que soy ahorita? ¿Por qué no quiero reconocer que ya no la voy a encontrar?
Y es que he notado que no soy la única que mira atrás tratando de recuperar versiones suyas que ya no están, que ya no existen y que lo más probable es que no vuelvan. No tengo idea si es una crisis de nuestra generación o es simplemente el amor con el que se mira al pasado que nubla la vista de hasta donde hemos llegado.
Hoy veo amigos míos enamorados, con una familia, solteros o en otros países, y aun compartimos recuerdos extrañando versiones que ya no somos, pero que fuimos, esas versiones que nos construyeron, esas versiones que nos hicieron rodearnos de personas increíbles que tal vez aun conservamos; y a las que no, les agradecemos los momentos y las lecciones que nos dejaron.
Tal vez no somos las mismas personas, pero tenemos la misma esencia, tal vez el mismo corazón; pero perdimos la ingenuidad, subimos la guardia y seguimos adelante. Hay que reconocer que, sin eso no estaríamos donde estamos hoy.
Sin esa amiga que te obligaba a ir a clases no te hubieras graduado, sin ese amigo de una amiga que llevo al amor de tu vida a una boda, no estarías hoy formando una familia. Si no hubieras invitado a ese chico que te gustaba al convivio familiar, no estarías hoy casada con él; si no hubieras aceptado salir con el que te insistió por años, no tendrías a tus dos hermosas hijas. Si no hubieras renunciado a tu trabajo toxico, no tendrías hoy ese emprendimiento que te hace tan feliz. Si esa Alicia no hubiera vuelto, se habría preguntado siempre si ese sueño valía más la pena y se daría cuenta que tal vez no, que tal vez solo necesitaba un empujón para volver al principio, con menos miedos, con más valentía, pero el mismo corazón.
Hoy celebro a mis amigos que se arriesgaron y están donde están ahorita, hoy celebro a los que encontraron su propósito antes y se quedaron dónde están, también celebro a quienes encontraron lo que querían hacer unos años después de lo planeado, pero siguieron el latido.
También, a las personas que me rompieron y me hicieron más fuerte, gracias por no darme otra opción.
Hoy aplaudo mis ganas de seguir adelante, hoy celebro esa versión mía que ya no reconozco y le agradezco por haber creído en mí, la honro y me despido de ella, ya no la puedo recuperar, pero espero que en donde este, este orgullosa de que regrese a nuestro país de las maravillas y nos cree un nuevo sueño.
Comentarios
Publicar un comentario